UNA IDEA
CON GUSTO A FELICIDAD
El día que Ale llamó a Lucho para contarle que tenía un proyecto en mente era un domingo.
Apenas pronunció la palabra “helados”, Lucho no esperó a que llegara el lunes. Ese mismo día, dos amigos de industrias completamente diferentes pero con la energía alineada y las ganas de pensar en grande, comenzaron a soñar (y planear) en voz alta.
Ale estaba a punto de recibirse de Contadora, con experiencia en empresas locales como Molinos e internacionales, como Bimbo. Sin embargo, su espíritu inquieto y su devoción por los sabores dulces la llevaron a estudiar Pastelería y empezar a hacer sus propias tortas.
Analizó la idea de lanzar su marca pero todavía no encontraba la confianza necesaria en ella misma. Fue después de un viaje a Grecia que la ayudó a recuperar esa confianza y a soñar en grande, cuando se animó a apostar por su talento y a seguir su intuición.
Tenía una cosa en claro: sabía que quería crear algo con sabor dulce, que generara unión, que conectara a las personas con los sabores de su infancia.
Lucho siempre supo que su misión era ser el mejor anfitrión para hacer sentir cómodas a las personas que lo rodearan. Trabajó durante más de 10 años en LAN, cerrando su etapa en el aire como Jefe de Cabina y Cabotaje. Con los pies en la tierra, era momento de echar raíces.
Sus experiencias de viaje y su pasión por agasajar a otras personas, lo empujaron a explorar el mundo de la gastronomía e incursionar en una escuela de Chefs.
De golpe y de a poco, comenzó a entender que un plato hecho con sus propias manos no era sólo un plato: era disfrute, hospitalidad y amor. Todo lo que quería transmitir y poner en práctica no sólo en un trabajo, sino en su vida.